Leer en voz alta

No recuerdo a qué edad aprendí a leer, pero sí tengo muy presente cuál fue el libro que me llevó a ser él lector que soy hoy. Tal vez estaba en primero de bachillerato, ahora le denominan sexto grado, y la profesora de Español, se llamaba Emma González, nos puso a leer La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa. Mis padres me compraron el libro y lo devore en una semana. Recuerdo que desde el momento en que terminé ese libro empecé a ser un asiduo asistente a la biblioteca del colegio de corte religioso en el que estudiaba. En ese entonces pude leer a los autores del Boom Latinoamericano Cortazar, Borges, García Márquez, etc. También algunos clásicos como Crimen y Castigo o El Quijote. Las lecturas realizadas eran “mentalmente” y por puro gusto, luego llegarían los estudios universitarios de Sociología que perfeccionarían mi capacidad de leer sin siquiera mover los labios.

Leer en voz alta fue un ejercicio que empecé a ejercer desde hace como unos 15 años. Hoy quiero compartir mi experiencia de este tipo de lectura. Era el año 2004 y a mi compañera, actual esposa, le salió un trabajo con una Organización no Gubernamental en la ciudad de Sincelejo en la costa norte de Colombia; yo estaba cursando el último año de maestría, ella partió para allá y yo me quedé acá terminando mis estudios. Luego de un año pude irme a vivir a esa ciudad y empecé a trabajar en la Universidad pública de allá.

Durante ese año que duró nuestra separación nosotros teníamos la suscripción a dos revistas: Semana y Gatopardo. Para quienes no las conocen, la revista Semana es una publicación semanal de corte periodístico que aborda por secciones la información nacional e internacional y se acompaña de editorialistas. Gatopardo, mucho más conocida en América Latina es una publicación mensual que rescata los géneros del reportaje, el perfil y la crónica. Como las revistas me seguían llegando acá en Bogotá y mi esposa estaba en Sincelejo, cuando llegaban las revistas a la casa yo le leía el indice de las dos publicaciones y seleccionábamos los artículos que le leería vía telefónica durante la semana.

Así empece a leer en voz alta, pasarían tres años para que volviera a leer en voz alta. Estuve trabajando en Sincelejo durante tres semestres y al volver a sustentar mi tesis de maestría me ofrecieron trabajo como docente de la cátedra de investigación en la maestría que había cursado, no podía dejar la oportunidad así es que me quede enseñando en Bogotá y mi esposa allá en Sincelejo. Una vez por mes nos veíamos bien sea porque ella viniera o yo fuera para tener como a ella le gustaba llamarlas visitas conyugales.

Pasaron casi 2 años hasta que en una visitas mi esposa y yo quedamos embarazados y allí empezó mi segunda experiencia de lectura en voz alta, fue muy similar a la primera, en este caso se trataba de leerle a nuestro querido bebé antes de nacer, en ese tiempo leíamos El principito y los cuentos infantiles de Celso Roman. El medio seguía siendo el mismo, el celular en altavoz y cuando mi esposa viajaba a Bogotá, yo recostaba con suavidad mi cabeza sobre la panza de ella para poder leer en voz baja.

Después de nacer y mientras estuvo en el moises, junto a nuestra cama, le seguía leyendo en las noches. Después cuando se fue a su cuarto, primero en la cuna y luego en la cama, le seguía leyendo antes de dormir. Desde ese momento a hoy ya hemos pasado de las lecturas infantiles a las juveniles, ya llevamos a buen recaudo la saga de Miss Peregrin y la de Harry Potter. También libros de castillos, piratas y fenómenos de la naturaleza como los volcanes.

Desde que empecé a leer en voz alta no he dejado de hacerlo y cada vez mejoro más en la experiencia y he especializado esta lectura en leerle a mi hijo. Por ello ahora lanzo 10 recomendaciones que encontré en MaguaRed para mejorar estas lecturas con nuestros hijos:

  1. Establecimos la lectura como una rutina durante el día, antes de ir a dormir.
  2. Seleccionamos la lectura que vamos a hacer antes de iniciar lectura.
  3. Trato de maneja una buena entonación con ritmos y pausas adecuadas.
  4. Nunca hacemos lecturas que le han dejado en el colegio o relacionadas con temas del colegio o la escuela.
  5. En muchas ocasiones tenemos varios libros empezados, esto para leer al ritmo de mi hijo, incluso comics nos han parado la lectura de alguna novela que para mi estaba interesante.
  6. Leo de verdad con él, es decir que las lecturas que hago con mi hijo las integro al proyecto de leer un libro al mes que tenemos con mi esposa.
  7. Mientras le leo a mi hijo trato corregir mis errores de lectura sobre la marcha para comentárcelos a él.
  8. Mientras hago la lectura no adoctrino a mi hijo, le permito a él que saque sus conclusiones.
  9. Solo detengo la lectura si mi hijo me pregunta por el significado de una palabra que en algunas ocasiones no tiene que ver con una palabra del texto, sino con una palabra que ha escuchado en el colegio.
  10. Aunque me encantan los autores clásicos y algunos contemporáneos, dejo que mi hijo seleccione lo que quiere que leamos.

Pueden contarme sus experiencias de lectura en voz alta en los comentarios del blog o en twitter al usuario @ciudadano0

Ahora les dejo el episodio del podcast

 

Autor: ciudadano0

"¿A qué me dedicaba? Era reportero ... Para escudriñar por ahi, ver, preguntar, escuchar, oler, pensar, escribir" R.K. ... Ahora soy padre de Martín.

Deja un comentario